domingo, 9 de abril de 2017

RESEÑA EN TRAPECIO

Un trapecio es una película.               Una película es un trapecio.

                                                       SALTO AL VACÍO





Es decir:

movimiento
peligro
balanceo
traición
inminencia
caída
instante
acontecer
nocturno
infinito
nada
náusea
dolorosa angustia
sudor
manos
cuerpos arqueados


DE ROSTROS BÚHOS à así el amor



 y la película lechuza



 Sobre VARIETÉ
(André Dupont, 1925)
Musicalización en vivo por la pianista Deborah Silberer



NOTAS DESTARTALADAS

Sobre DAISIES (Věra Chytilová, 1966)

Los estados primitivos del ser humano se encuentran en la boca; acechan en su oscuridad, esperan masticarse. La boca es una máquina de succión. Si la sexualidad se encuentra dormida e infantilizada, entonces el erotismo se transfiere a los alimentos —es un estado germinal y sordo ante las demandas de los genitales.




¿Cómo es posible realizar conjeturas psicoanalíticas ante la imagen surrealista? Por su evidente cercanía con el sueño y el inconsciente. Sin embargo, en Daisies, la parte más significativa de la trama es la arquitectura global de la imagen. Transiciones en travesura que modifican filtros de color, modificación arbitraria de escenarios y secuencias: escenas rotas. Contrastes, guiños geométricos (lo cubista escondido en la traza de los espacios —vestuario incluido— y en las posiciones de los cuerpos que, en ningún cuadro, están situados desconcertadamente). Son paisajes destartalados: teatro de lo informe pero en concierto. Tendencia al collage. Lo visual se encuentra volcado radicalmente en los pedazos que figuran su pasión por los recortes. Hay un sentido inteligente en la reconstrucción del trozo: pedazo de carne, herramienta, abrojo, telas superpuestas, papeles encimados. 


La secuencia de cuerpos recortados es precisa y transita de lo cómico a lo estridente. Daisies es una película de la estridencia. Homenaje a la voz niña. El espectador se inquieta en la butaca confundido, afectado y seducido por la comicidad de la inocencia estúpida, porque escucha un concierto de balbuceos, lo llama, lo atrapa, lo incita a la conversación larvaria. La voces se graban en la mente, mantras y susurros, verdaderos deseos escondidos en el observador. Las voces están desperdiciadas como la comida, se desperdigan entre las escenas, contribuyen al principio de la película: la acumulación. 

El exceso es propio de lo surreal, brotan las imágenes como si fueran preeminentes, se acomodan sin sentido (pero están en el dominio de otro sentido). Se yuxtaponen en vez de contribuir a la secuencia y configuran una trama simbólica. Comer del árbol prohibido, deglutir manzanas, “ser malas”, dicen los personajes, y esa burla o guiño a la moral domina la trama apenas intuida: trayectos sin fijezas, paseos sin porvenir. Una constante ilusión al falo y a la castración: saboreo de pepinillos, recortes de salchichas, troceado de miembros. De modo cruel, la fijación por el falo produce risa, el vínculo con los viejos solo puede ser cómico, están castrados de antemano, su virilidad concluye con ese tren que se va.

Espacios quebrados en los que cada lugar representa la yuxtaposición, lo encimado. Objetos sobre objetos. Cuerpos humanos encima de cuerpos. Así los cadáveres en las guerras, así las orgías, así los infinitos pasajeros de los trenes. Capas. Por eso cada mujer puede envolverse en una sábana y las sábanas no tienen fin. Por eso todos los fuegos se esconden detrás del fuego y después del desastre hay un desastre sin fin.




La película obedece a la leyenda final que margina la alusión surrealista y psicoanalítica e instala la imagen en su ámbito político. La película no está destinada a otra cosa más que a lacerar la urgencia del ser humano volcado en la atención a la bomba, al discurso sobre las bombas, a la mierda desperdiciada del capital.

Hay transgresiones artísticas que continúan su impecable ejercicio crítico; susurran su historia, gritan Historia. ¡ANARQUÍA! ¡ANARQUÍA! 




EN: http://docfilms.uchicago.edu/dev/calendar/2015/winter/2015-winter-sunday.shtml se recoge esta nota:
«(Vera Chytilová, 1966) · Vogel wrote that Daisies was "the most sensational film of the Czech film renaissance... a philosophical statement in the guise of a grotesque farce." Chytilová's absurd anarchism manifests itself in the mischief of two brash teenage girls, Marie I and Marie II. Banned in Czechsolovakia upon its release due to its depictions and imagery of wasting food, the film cemented Chytilová's career as a visually distinct feminist auteur.
runtime: 74 min format: 35mm»

Adenda: Esta película la vi gracias a la proyección del Festival Ambulante (2017), en torno libro de Vogel, El arte subversivo

martes, 4 de abril de 2017

Tarkovski

"El cine existe por su capacidad para hacer resurgir en pantalla un mismo hecho una y otra vez: es, por decirlo así, nostálgico por naturaleza."

Tarkovski. Esculpir el tiempo


sábado, 1 de abril de 2017

VOCACIÓN

Contrariamente a lo que pensamos no escogemos una vocación, la vocación se impone a nuestros deseos: nos amaga, nos obliga, nos desvela. Desarmados, hacemos lo posible por huir y rebelarnos, pero ella vuelve a la carga. Acecha nuestros movimientos, limita nuestras posibilidades.


Callada y mustia se agazapa en nuestros secretos. Nos mira de reojo apurándonos a ejercer su implacable destino. El siglo XXI, repleto de ilusiones, finge entregarnos innumerables posibilidades de acción, pero eclipsan frente al llamado profundo de la vocación que termina imponiéndose a las actividades accesorias.  

Parece una ruindad platónica y quizá lo es. Instaura un régimen que aterroriza a Occidente: el de la supuesta inmovilidad. Tal vez esto sucede solo en apariencia, pues la asunción de un destino evitaría el caos. El caos insoportable de todos los seres humanos amotinados tras los mismos objetivos, deseos y metas, estorbándose unos a otros de forma implacable, ya por deporte o instinto sádico.

¿Cómo escucharla e insistir en su latido? Hay que dejarla parlotear un tiempo; si acertamos, se afianza en nosotros, nos cerca, nos encarcela. Si estamos equivocados, deriva en hiedra, se diversifica, se expande y, poco a poco, nos sumerge en otras esferas de acción múltiple que genera encantamientos seductores.

El yerro no es fracaso sino aderezo de la experiencia. Ilumina con su saber el verdadero trayecto, ese que nos llama a su profunda expansión. Hay que continuar entonces por el camino encendido, él expande su luz verdadera, linterna azul, y en él hallaremos al duende —aquella característica única que García Lorca advertía del alma creativa española—,  y con él conversaremos demorándonos en sus historias, en su épica infinita. 

Cuando encontremos los susurros hallaremos nuestra íntima verdad. Ese paraje propio y único en el que, por fin, somos destino y, por consiguiente, auténtica fuerza creadora (aunque nuestras labores aparenten ser pequeñas). Imagino a Pessoa sumergido en su contabilidad de comerciante matutino, aguardando el momento de concentrarse en el mundo subterráneo de fuegos que esperaba en el cuaderno. Imagino a Kafka adolorido, tal y como consigna en su Diario, por no poder expulsar unas líneas de escritura. 

¿Y Rimbaud? Atenazado por la desesperación de su genio, la vocación lo transportó a su verdadera naturaleza, la de un viajero que no necesitaba escribir. Ortega y Gasset, en cambio, pensaba que su vocación era la de un político, se había afanado en transformar la vida española de su presente, un presente repleto de dudas e infortunios, y sus acciones lo colmaron de silencio. Su vocación lo encerró en el mundo amoroso y profundo de la filosofía. Allí estaba su luz y le aguardaba el duende.

Ortega y Gasset pensó que la vida es un drama y que estamos en ella para cumplir las demandas que nuestra vocación nos impone. Es verdad. En la vida social y cultural representamos papeles, nos situamos en el drama de nuestras vidas, pero asumirnos de una manera comprensiva, absolutamente razonada, en la cual nos atrevemos a ser lo que realmente somos, iluminaría el mundo y al ser mismo con la luz absolutamente hermosa de las vocaciones que al saberse, sin ser menos ni más (qué tristeza medirse habitualmente con la vara de la cantidad), se es tan solo lo justo. Es decir, nos miramos con una perspectiva neutral y tranquila. Y entonces nos develamos, nos comprendemos y aceptamos. Cuando ello sucede, cuando la vocación se devela, entonces, quizá, podemos comprender a los otros. 

VIDA

Vida es deseo pero ante todo destino, y un poco (bien poco), de azar.