lunes, 16 de mayo de 2011

Ante el dolor de los demás

Foto: Roger Fenton


El libro Ante el dolor de los demás de Susan Sontag analiza el sistema de las imágenes del horror (las de la guerra) dentro de nuestras sociedades; el problema es abordado desde las guerras mudiales, la de Vietnam y los conflictos en Oriente que tiñen los diversos ámbitos de la comunicación, el análisis de Sontag es una reflexión sobre la fotografía bélica. Este ideario de la violencia, se pregunta la autora, vertido día a día en todos los medios, ¿nos conmueve o simplemente se ha normalizado?, ¿cómo nos situamos, por tanto, ante el dolor de los demás, si la historia no nos toca, si las imágenes son un reflejo distante y pálido de situaciones que simplemente no tienen nada que ver con nuestra existencia? Si bien la idea de que en todo momento en la historia del hombre ha existido la violencia -Edmundo O'Gorman, por ejemplo, en su "Carta a la paz" decía que la violencia es inherente al ser humano, en colindancia con los postulados del francés René Girard- la época contemporánea encuentra en las imágenes una forma de hacer patente la realidad a la distancia. Las imágenes son funcionales en sociedades que buscan los efectos de determinados procesos en la conciencia colectiva. Sin embargo, ver una imagen (por más terrible que ésta sea) es insuficiente para de verdad volcarnos en la realidad del otro y encarnar su pena. Hace falta, por consiguiente, a juicio de Sontag, reflexionar. Ver la imagen pero también pensarla en un conjunto de imágenes; atender al fenómeno que relata: volver a narrar, en suma. Sontag pone el dedo en la llaga en torno a aspectos que hoy son de suma relevancia, sobre todo, cuando nuestro país atraviesa una crisis de violencia por demás grave. Éste no es, sin embargo, un fenómeno nuevo, si se ha recrudecido, ello no invalida la cuestión de su posible origen. Volver a narrar, recuperar nuestra historia es un trabajo que le compete a la reflexión. Añadiría al texto de Sontag que esa narración, al menos la que ahora nos toca, debe tejerse mediante discursos congruentes, críticos, en los que la historia hable, pero siempre oscilando de un tiempo a otro. Develar nuestras imágenes con esas narraciones ocultas u olvidadas que nos dejan rastros no del pasado, sino del presente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario