domingo, 11 de junio de 2017

Notas inspiradas en «Lyric Suite» de Motherwell

El cuadro transcurre la catástrofe: se abandona al temblor.
El simulacro no solo es rutina de ingenio.
Hay que tener temple para destruir.
Existe una caja negra en la oscuridad luminosa de la creación. Nos obliga a deshacernos de los clichés.
Extirparlos de la hoja antes de escribir, antes de pintar. Vaciar la página.
Pintar y escribir identificando las imitaciones en el movimiento de la tinta, en el remolino del color; la contextura de las frases hechas, las metáforas desgastadas, el tiempo muerto del lenguaje.
Los signos son esperanzados en su deshielo, se convencen de transmitir líneas de fuga para el espectador. Su fin es formular una distancia, aprehender el frío.
La contemplación aplaca la ansiedad por escribir sin concierto ni tintas claras. Se ofrece una larga tarea de observación (lamentablemente dura años, aunque la escritura pugna por salir y volcarse: se vuelca mal si lo hace rápido. Necesita demoras, silencio, remolinos de paciencia. ¿Por qué suelen escribir los impacientes?).
Espero desencontrar palabras que no reiteren los conceptos, perderme entre lo conocido para saltar, atravesar aquello que no he nombrado.

Es evidente que estas notas no son sobre el cuadro de Motherwell sino sobre desencuentros, ¿se puede con palabras reproducir el instante en el que el cuadro abrió su mundo? Evidentemente no. He pensado en lo que me orilla en dirección contraria a lo que deseo escribir. 



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